Mitos y verdades sobre la hidratación de tu piel

mayo 4, 2024 · 3 minutos
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Si hay un concepto que todo el mundo cree entender en el cuidado de la piel, es la hidratación. Basta con escuchar frases como “tienes que beber dos litros de agua al día” o “usa esta crema ultra-hidratante” para darnos cuenta de que el tema se ha reducido a clichés sin base científica. Pero, ¿realmente sabemos qué significa hidratar la piel de manera efectiva?

La realidad es que la hidratación cutánea es un proceso complejo que va mucho más allá de aplicar una crema o beber más agua. Depende de la barrera cutánea, del equilibrio del microbioma y de la capacidad de la piel para retener agua. Sin embargo, el marketing cosmético ha impuesto ideas erróneas que llevan a millones de personas a usar productos que, en lugar de hidratar, terminan debilitando la piel a largo plazo.

En este artículo, desmitificamos la hidratación con evidencia científica y explicamos qué necesitas realmente para que tu piel mantenga su equilibrio hídrico de forma saludable y sostenible.

¿Qué significa realmente hidratar la piel?

El término «hidratación» se usa de manera generalizada en la industria cosmética, pero entenderlo en profundidad es clave para cuidar la piel de forma efectiva. No todo lo que se etiqueta como «hidratante» cumple realmente con esta función, y muchas veces se confunden conceptos esenciales como humectación, hidratación y oclusión.

Humectación: Se refiere a la capacidad de ciertos ingredientes para atraer y retener agua en la piel. Los humectantes, como la glicerina y el ácido hialurónico, son sustancias higroscópicas que absorben la humedad del ambiente y la mantienen en la epidermis, contribuyendo a la elasticidad y suavidad de la piel.

Hidratación: Implica el contenido de agua dentro de las células de la piel. Una piel bien hidratada presenta una apariencia tersa y luminosa, mientras que la deshidratación celular puede conducir a una piel opaca y propensa a la irritación.

Oclusión: Consiste en la aplicación de sustancias que forman una barrera en la superficie de la piel, impidiendo la pérdida de agua transepidérmica. Ingredientes oclusivos, como ciertos aceites y ceras, sellan la humedad en la piel, prolongando su hidratación.

La barrera cutánea, compuesta por lípidos, proteínas y microorganismos beneficiosos, es esencial para proteger la piel contra agresiones externas y para mantener su hidratación. Cuando esta barrera está comprometida, ya sea por factores ambientales o por el uso de productos agresivos, la piel pierde agua más rápidamente, lo que puede resultar en deshidratación y sensibilidad aumentada.

El microbioma cutáneo, una comunidad de microorganismos que reside en la superficie de la piel, desempeña un papel crucial en la salud cutánea. Un microbioma equilibrado ayuda a mantener la función de la barrera cutánea, protege contra patógenos y contribuye a la regulación de la hidratación. Alteraciones en este ecosistema pueden llevar a problemas como sequedad, inflamación y mayor susceptibilidad a infecciones.

Para lograr una hidratación efectiva, es fundamental utilizar productos que respeten y fortalezcan tanto la barrera cutánea como el microbioma. Fórmulas que incorporan activos biocompatibles, como los presentes en productos de alta calidad, pueden restaurar y mantener los niveles óptimos de agua en la piel sin causar irritación ni dependencia.

5 mitos comunes sobre la hidratación (y la verdad detrás de ellos)

Mito 1: Beber agua en grandes cantidades hidrata la piel

Uno de los mitos más extendidos en el cuidado de la piel es la creencia de que beber grandes cantidades de agua se traduce automáticamente en una piel más hidratada. Si bien la ingesta de agua es fundamental para la salud general del organismo, su impacto directo en la hidratación cutánea es mucho más limitado de lo que solemos pensar.

¿Qué dice la ciencia?

Varios estudios han analizado la relación entre el consumo de agua y la hidratación cutánea. Una investigación publicada en Clinical, Cosmetic and Investigational Dermatology concluyó que un aumento en la ingesta de agua puede tener un efecto mínimo en la hidratación de la piel en personas con un consumo ya adecuado de líquidos, aunque puede generar mejoras leves en individuos con una ingesta deficiente (Palma et al., 2015).

Otro estudio en Dermato-Endocrinology indicó que la hidratación cutánea está más influenciada por la aplicación tópica de ingredientes como emolientes, humectantes y oclusivos que por la cantidad de agua ingerida (Krutmann et al., 2012). Esto sugiere que, si bien beber agua es esencial para la salud general, su impacto en la piel es secundario frente a factores externos como la calidad de la barrera cutánea y el microbioma.

Aquí es donde entran en juego fórmulas que trabajan con la biocompatibilidad de la piel, como Cascais, que refuerza la barrera cutánea y el microbioma para una hidratación duradera, o Milos, que incorpora activos diseñados para reponer los NMFs y evitar la pérdida de agua transepidérmica.

En resumen: beber agua es importante, pero la clave de una piel hidratada está en cómo la protegemos desde el exterior.

Mito 2: Una piel grasa no necesita hidratación

Uno de los errores más comunes en el cuidado de la piel es asumir que una piel grasa ya está suficientemente hidratada y, por lo tanto, no necesita productos que aporten agua. Sin embargo, la hidratación y la producción de sebo no son lo mismo. Una piel grasa puede estar deshidratada, y cuando esto ocurre, tiende a producir aún más sebo como mecanismo de defensa, lo que puede agravar problemas como el acné y el exceso de brillo.

¿Por qué una piel grasa puede estar deshidratada?

La piel tiene un equilibrio natural entre agua y lípidos. Mientras que las glándulas sebáceas son responsables de producir sebo, la epidermis necesita mantener un nivel adecuado de agua para funcionar correctamente. Factores como el uso de productos demasiado agresivos, el clima seco o incluso ciertos tratamientos dermatológicos pueden alterar este equilibrio, dejando la piel grasa en un estado de deshidratación.

Cuando esto sucede, la piel reacciona con una sobreproducción de sebo para compensar la falta de agua, lo que puede llevar a una apariencia oleosa pero con sensación de tirantez. Un estudio publicado en International Journal of Cosmetic Science evidenció que la deshidratación en pieles grasas puede afectar la función barrera, provocando una mayor pérdida de agua transepidérmica y una alteración en la composición del sebo (Pavicic et al., 2007).

El equilibrio entre hidratación y control del sebo

Para mantener una piel grasa en buen estado, es esencial hidratar sin obstruir los poros. Ingredientes clave como el ácido hialurónico de bajo peso molecular, los polisacáridos biotecnológicos y los prebióticos ayudan a restaurar la hidratación sin aportar grasa adicional.

Un enfoque ideal es combinar activos hidratantes con reguladores de sebo que no alteren el microbioma cutáneo. Estudios han demostrado que ciertos prebióticos pueden equilibrar la microbiota de la piel, reduciendo la proliferación de bacterias responsables del acné y mejorando la función barrera (Dréno et al., 2018).

Mito 3: Cualquier crema con la palabra hidratante en la etiqueta cumple su función

No todas las cremas hidratantes son iguales. Muchas incluyen la palabra «hidratante» en su etiqueta, pero su formulación carece de ingredientes realmente eficaces para retener agua en la piel. Los humectantes como el ácido hialurónico y la glicerina atraen agua, mientras que las ceramidas y lípidos ayudan a reforzar la barrera cutánea y evitar la pérdida de hidratación (Rawlings & Harding, 2004).

En cambio, algunas cremas con claims de hidratación contienen ingredientes como siliconas oclusivas que pueden dar una falsa sensación de suavidad sin aportar hidratación real (Loden, 2003). Para asegurar una hidratación efectiva, es fundamental elegir fórmulas con activos que la piel pueda reconocer y utilizar, como las presentes en Smuu, que combinan hidratación profunda con ingredientes que refuerzan el microbioma y la barrera cutánea.

Mito 4: Los aceites hidratan la piel

Los aceites pueden hacer que la piel se sienta más suave y flexible, pero no hidratan por sí solos. La hidratación implica aumentar el contenido de agua en la piel, mientras que los aceites funcionan principalmente como emolientes, suavizando la superficie cutánea y reduciendo la evaporación del agua (Rawlings & Harding, 2004).

Si la piel ya está deshidratada, aplicar solo aceite no resolverá el problema, ya que falta el componente acuoso que restaure la hidratación real. Sin embargo, cuando se combinan con ingredientes humectantes, los aceites pueden sellar la hidratación y reforzar la barrera cutánea, optimizando la función protectora de la piel (Loden, 2005).

Para lograr una hidratación efectiva, es clave usar productos que aporten agua y refuercen la barrera cutánea. Fórmulas como Milos integran este enfoque, combinando activos humectantes con ingredientes que favorecen el equilibrio del microbioma y la retención de agua.

Mito 5: Cuanto más producto, mejor hidratación

Aplicar grandes cantidades de crema no significa que la piel se hidratará más. De hecho, el exceso de producto puede saturar la piel, dificultando la absorción de los activos y generando una sensación de pesadez en lugar de hidratación real (Draelos, 2018).

La clave está en elegir ingredientes compatibles con la piel, que trabajen en equilibrio con la barrera cutánea y el microbioma. Activos como la glicerina, el ácido hialurónico o las ceramidas pueden optimizar la hidratación sin sobrecargar la piel (Rawlings & Harding, 2004).

Un enfoque minimalista y efectivo es la mejor estrategia. Productos diseñados para hidratar sin alterar el equilibrio natural de la piel, logran un efecto profundo sin necesidad de aplicar capas innecesarias de producto.

Conclusión: Más allá de los mitos, la ciencia nos da las respuestas

La hidratación de la piel es mucho más que un simple vaso de agua o una crema con una etiqueta atractiva. Hemos desmontado algunos de los mitos más extendidos y visto que la piel necesita mucho más que promesas vacías: requiere ingredientes funcionales, fórmulas biocompatibles y un enfoque que respete su equilibrio natural.

La ciencia es clara: el microbioma cutáneo juega un papel clave en la retención de agua, la barrera cutánea debe estar en óptimas condiciones para evitar la deshidratación y no todos los ingredientes etiquetados como “hidratantes” cumplen su función de manera efectiva (Byrd et al., 2018).

Por eso, la elección de productos debe ir más allá del marketing y basarse en fórmulas que realmente funcionen en armonía con la piel. En Smuu, entendemos que la hidratación es un proceso complejo, y por eso desarrollamos productos como Milos y Cascais, diseñados para fortalecer la barrera cutánea y mantener el equilibrio del microbioma, asegurando una hidratación real y duradera.

 
 
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