¿Con qué frecuencia deberías exfoliar tu piel?

mayo 4, 2024 · 3 minutos
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Exfoliar la piel es un paso fundamental en cualquier rutina de cuidado cutáneo. Elimina células muertas, mejora la textura y potencia la absorción de activos, pero ¿con qué frecuencia deberíamos hacerlo? Aquí es donde comienza la confusión. Mientras algunos defienden la exfoliación diaria, otros advierten que hacerlo más de una vez al mes puede ser excesivo. Entonces, ¿qué dice la ciencia? La clave está en conocer nuestro tipo de piel y elegir un método que respete su equilibrio natural, sin comprometer su barrera protectora ni su microbioma.

¿Por qué exfoliar la piel?

La piel tiene un mecanismo natural de renovación celular en el que las células muertas son eliminadas y reemplazadas por otras nuevas. Sin embargo, este proceso puede ralentizarse debido a factores como el envejecimiento, la contaminación o el estrés, lo que provoca una acumulación de células muertas que opacan el rostro y afectan su textura.

La exfoliación ayuda a eliminar estas células, permitiendo que la piel recupere su luminosidad y suavidad. Además, mejora la absorción de los activos presentes en los productos de cuidado facial, optimizando sus efectos.

Además, el microbioma cutáneo, compuesto por bacterias, hongos y otros microorganismos, juega un papel crucial en la salud de la piel. Una exfoliación excesiva o con productos agresivos puede alterar este equilibrio, conocido como disbiosis, lo que puede desencadenar problemas cutáneos. Por ello, es esencial optar por exfoliantes que respeten y mantengan la integridad del microbioma, garantizando una piel sana y equilibrada.

Tipos de exfoliación y cómo afectan la piel

La exfoliación se puede clasificar en tres tipos principales, cada uno con un impacto distinto en la piel:

Exfoliación mecánica: Implica el uso de partículas abrasivas (scrubs), cepillos o dispositivos electrónicos para eliminar físicamente las células muertas. Si bien puede ofrecer resultados inmediatos, un uso excesivo o productos demasiado agresivos pueden causar irritación, especialmente en pieles sensibles.

Exfoliación química: Utiliza ácidos como los AHAs (alfa-hidroxiácidos), BHAs (beta-hidroxiácidos) y PHAs (poli-hidroxiácidos) para disolver las uniones entre las células muertas y favorecer su desprendimiento. Los AHAs (como el ácido glicólico y láctico) son ideales para mejorar la textura y luminosidad, mientras que los BHAs (como el ácido salicílico) son más adecuados para pieles grasas y con tendencia acneica.

Exfoliación enzimática: Se basa en enzimas derivadas de frutas como la papaya o la piña para degradar las proteínas que mantienen las células muertas adheridas a la piel. Es una opción más suave y respetuosa con el microbioma, ideal para pieles sensibles.


La elección del método dependerá del tipo de piel y sus necesidades. Mientras que las pieles grasas pueden beneficiarse de exfoliaciones químicas con BHAs, las pieles secas o sensibles deben optar por opciones enzimáticas o AHAs más suaves. Una exfoliación controlada, como la que ofrece Yuma, es ideal para pieles sensibles, ya que no solo elimina suavemente las células muertas, sino que también calma y nutre la piel, respetando su equilibrio natural. Su fórmula permite que actúe durante la noche sin necesidad de enjuague inmediato, asegurando una regeneración sin agresión.

 
 
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¿Con qué frecuencia deberías exfoliarte?

La frecuencia ideal de exfoliación varía según el tipo de piel y sus necesidades específicas.

Piel grasa: puede tolerar de 3 a 4 exfoliaciones semanales, especialmente con BHAs que penetran en los poros.

Piel mixta: requiere un equilibrio, con exfoliaciones de 2 a 3 veces por semana.

Piel seca o sensible: necesita exfoliaciones más suaves y espaciadas, de 1 a 2 veces por semana, con fórmulas que calmen y refuercen la barrera cutánea, como Yuma, que exfolia sin alterar el equilibrio de la piel.


Otros factores como la edad, la sensibilidad y la integridad del microbioma también influyen. Una exfoliación excesiva puede dañar la barrera cutánea, provocando irritación, enrojecimiento y una piel más reactiva. Si notas sequedad extrema, descamación o sensibilidad, es momento de reducir la frecuencia y optar por opciones más gentiles.

Errores comunes en la exfoliación

Aunque exfoliar la piel es un paso clave para mantenerla luminosa y saludable, hacerlo mal puede debilitar la barrera cutánea y causar más problemas que beneficios. Estos son los errores más frecuentes:

Elegir productos demasiado agresivos o con un pH inadecuado: Exfoliantes con ácidos en concentraciones muy altas o scrubs demasiado abrasivos pueden alterar el equilibrio de la piel, debilitando su barrera protectora. Es fundamental elegir fórmulas bien formuladas y respetuosas con el microbioma.

Exfoliarse en exceso o mezclar exfoliantes sin control: Más no siempre es mejor. Exfoliarse a diario o combinar varios tipos de exfoliantes (mecánicos, químicos y enzimáticos) sin criterio puede provocar irritación, inflamación y sensibilidad.

Olvidar la hidratación y la fotoprotección: Después de la exfoliación, la piel es más vulnerable. No aplicar un producto que la calme y repare, ni usar protector solar, aumenta el riesgo de deshidratación, envejecimiento prematuro e hiperpigmentación.


Una exfoliación efectiva no se trata solo de eliminar células muertas, sino de hacerlo con control y respetando el equilibrio natural de la piel.

Conclusión: Exfoliar sí, pero con inteligencia

La exfoliación es una herramienta poderosa para mantener una piel saludable, pero solo si se hace con criterio. No existe una frecuencia universal ni un método único, ya que cada piel tiene necesidades distintas. La clave está en el equilibrio: exfoliar lo suficiente para favorecer la renovación celular, pero sin comprometer la barrera cutánea ni el microbioma.

Optar por productos biocompatibles, con fórmulas diseñadas para respetar la piel y su ecosistema natural, marca la diferencia. Una exfoliación controlada, como la que ofrece Yuma, permite eliminar células muertas sin agredir la piel, nutriéndola y calmándola al mismo tiempo. Este enfoque garantiza que la exfoliación sea efectiva y segura, incluso para las pieles más sensibles.

Más allá de tendencias y recomendaciones genéricas, escuchar a tu piel y darle lo que realmente necesita es la mejor estrategia para una piel sana y luminosa a largo plazo.

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